“Los sentimientos en general, no se saben volver a encontrar, y a lo mejor, los dos seremos totalmente nuevos el uno gente al otro sin encontrar nada, sin recobrar el hilo perdido… Tú un nuevo Juan José y yo también cambiada (…) Yo de ti nunca hablaré una palabra con nadie, ni después del bebé.. Tú entiendes que esas cosas no se comentan. La gente lo tomará como se les dé su regalada gana, pero yo no trataré jamás de justificarme…”, refiere Elena Poniatowska en su misiva hacia la paternidad Juan José Arreola.
Ciudad de México, 8 de diciembre (SinEmbargo).- La familia del autor mexicano Juan José Arreola respondió a las recientes declaraciones de las escritoras Elena Poniatowska y Tita Valencia, quienes sostuvieron una relación con el también académico durante su juventud.
Elena Poniatowska y Tita Valencia fueron alumnas de Juan José Arreola cuando éste impartía un taller literario.
Apenas, Elena Poniatowska reveló al periódico Reforma que el padre de su hijo, Emmanuel Haro, es Juan José Arreola; en tanto, Tita Valencia refirió durante una entrevista con el diario El País, que su relación con Arreola fue “cruel y abusiva”.
“Con tristeza y molestia hemos leído las recientes declaraciones de dos conocidas autoras que, efectivamente, sostuvieron relaciones sentimentales con nuestro querido padre y abuelo. Por respeto a ellas y a él -ausente para defenderse- habíamos decidido mantenernos en silencio. Sin embargo, la verdad de los hechos de aquellos años se ha transformado hoy en una injusta narrativa de falsedades que no podemos soslayar”, puede leerse al inicio de la misiva enviada a medios de comunicación.
En el texto, también se incluyó una serie de cartas y mensajes de las autoras mencionadas hacia el autor, sin edición, con el fin de presentar una versión histórica “distinta” a la fundida y que de acuerdo con el comunicado de la familia Arreola “conocieron directamente”.
Por último, el comunicado señala que con esta Fe de Erratas buscan proteger la memoria Arreola, a quien se refieren con una “personalidad bondadosa”que “lo mantuvo lejos de cualquier forma de violencia”.
La carta escrita por Elena Poniatowska hacia Juan José Arreola data del miércoles 21 de febrero de 1955; al inicio, la autora comienza hablando sobre un artículo titulado “Viajar”, escrito por Arreola, donde lo felicita y reconoce su labor como escritor y literato.
Posteriormente, la autora refiere asuntos más personales, más sentimentales donde le asegura al escritor mexicano que es su único refugio, señalando que está cayendo en contradicciones.
“¡He sido excesiva y te pido perdón! Si las cartas son contradictorias es a causa de mis estados de ánimo, que debería controlar y quizá jamás hablarte de ellos (…)”, expresa la carta enviada por Poniatowska.
“Ahora te juro una cosa, niño; que fuera de las relaciones de trabajo, de los artículos más complicados que te mandaré de vez en cuando, ya no tenemos derecho de hablar de este asunto, porque es como estar meneando una sopa horrible (…)”, refiere la misiva enviada por la autora.
En un plano más sentimental, Poniatowska le expresó en su carta a Arreola que ellos no tienen derecho a nada, que pronto las cosas pasarán en las mejores condiciones posibles.
Elena le confía en su carta a Arreola que buscaría en Italia las direcciones de dos conventos donde admiten huéspedes, pues su embarazo no sería entendido por su familia, pues de acuerdo con las palabras de la autora, el enterarse de la situación, sería “atroz” para ellos.
“Por lo que se refiere a ese viaje del que me hablas; por ningún motivo debes hacerlo; No tiene sentido Juan José. Ahorita los que importan, son tus hijos grandes, y no el bebé (…)”.
Poniatowska le dice a Arreola en su carta que le daría mucho gusto llegar a México y ver a éste consolidado dentro del ámbito literario y editorial; no obstante, también Elena expresa que cualquier relación sentimental entre ellos ya no será posible.
“Los sentimientos en general, no se saben volver a encontrar, y a lo mejor, los dos seremos totalmente nuevos el uno gente al otro sin encontrar nada, sin recobrar el hilo perdido… Tú un nuevo Juan José y yo también cambiada (…) Yo de ti nunca hablaré una palabra con nadie, ni después del bebé.. Tú entiendes que esas cosas no se comentan. La gente lo tomará como se les dé su regalada gana, pero yo no trataré jamás de justificarme… A ti, te puedo escribir cosas atroces, pero jamás se me ocurriría decirlas ni mi propia madre… En primer lugar porque vas a ser el padre del niño, en segundo lugar, porque yo no creo que mi mamá haya jamás tenido un gesto malo hacia tí, ni mi padre, porque yo de ti, no les he dicho, más que eres un gran señor (…)”, refiere Poniatowska en su misiva sobre la paternidad de Arreola.
Más tarde, Elena indica en su misiva las posibles críticas que pudiese desatar la situación a nivel familiar, personal y social, asegurando que hará todo lo posible para que el sufrimiento sea mínimo.
“Ya ves que estoy cuerda y sensata; que veo todo con claridad y qué no haré estupideces… Claro, te tendré todo el tiempo al corriente de todo, Juan José, y no con contradicciones, ni con humores extraños (…) Por ti, siento un gran cariño, un gran respeto (…) con todo este amor que te di en Ganges… Pero tienes que quedarte en México y trabajar”.
Elena también le dice a Arreola que ella es la más cuerda de ellos dos y le pide que se quede en México y que la deje sola.
“Ahora estoy tranquila y tu presencia solo me haría daño… Tengo una idea de ti que no cambiará jamás, y es una idea grande y noble, pero tu presencia es dañina, Juan José, y desconcertante… En México, podrás hacer lo que quieras, pero aquí déjame sola… Cuando vuelva, decidirás y hablaremos, en lo que se refiere al bebé y lo verás cuando quieras. Tú eres un hombre casado, tu matrimonio tiene como sentido, tres hijos, y no tienes absoluto derecho, en cambiar tu situación”.
La carta también es una especie de despedida por parte de la escritora Poniatowska.
“Ves, todo tiene un final y el de nosotros es bello…”.
Finalmente, en la misiva escrita por Elena le pide a Arreola que la ayude en el sentido en que ella quiere, que es desarrollarse en el ámbito literario y editorial.
“Esta carta es muy clara y muy decisiva y creo haber cubierto todos los puntos… Ves, para que el niño es mejor que pueda decir él mismo”.
“Después de que pase todo esto, Juan Josesito seremos dos gentes muy felices, muy bien en su lugar y la única preocupación será no herir jamás a nadie (…) Bueno, adiós, niño, tengo que hacer al estúpido de Francois Mauriac, que es un viejo chivo; reza a ratos; Yo también voy a rezar; Tu Helene”, así finaliza la carta enviada por Elena Poniatowska a Juan José Arreola en 1955.
La segunda misiva adjuntada por los familiares de Arreola, es de la también escritora Tita Valencia, escrita en 1966. En ella, Valencia expresa que tras la última carta enviada por el escritor, ésta se sintió desconcertada y un poco triste.
“Sabes, me doy cuenta de que no hay correspondencia posible entre nosotros, que mientras tú la pasas tan mal, angustiado con mil problemas reales, inmediatos, graves, yo te escribo idioteces de pájaros y música (…)”, puede leerse al inicio de la carta.
Tita Valencia le expresa a Arreola un sentimiento de insuficiencia, pues ella le cuestiona que qué puede hacer por él, pues reconoce que cualquier persona que se encontrara con el escritor mexicano en ese momento, sería de mayor utilidad que la propia Valencia.
“Siempre soy impotente de hacer algo por quien más me importa en la vida”.
“Te escribí una carta ayer tan horrible, tan resentida. No tengo perdón, deveras, después de que todavía eres tan bueno de escribirme en medio de tantos problemas y ocupaciones ¡Y te quiero de tal manera, y me duele tanto de tener esos arranques de desesperanza! ¡Perdóname!”, dicta la carta enviada por Valencia en la década de los sesenta.
Finalmente, Valencia se despide de Arreola diciendo:
“Te prometo hacer un nuevo intento… de buena voluntad… ¡me duran tan poco, Juan José! Pero esta vez, ya verás, durará lo que dure tu viaje. Para acompañarte”, concluye la carta.